Cultura

Salir a la calle

por Pablo Garcilazo

Alguna vez la calle era de todos/as. Quedo sola, huérfana. Horas, minutos, días de absoluta soledad en Mar del Plata. Hojas, basura, pozos, restos de poda, algún animal perdido o muerto son la postal de las primeras horas.

Como si la angustia y el aislamiento se quedaran adentro de esas casas, departamentos, negocios, instituciones para no compartir la tristeza y la desesperanza. Así se parece a la infeliz más que a la feliz. Difícil medir la felicidad con un slogan. En Oriente hay un país como Butan que sí logra medir la felicidad de su gente. Pero ese es otro cantar. Esto es Mar del Plata y en un día de elecciones políticas. Paso ¿Qué pasó? Según mi humilde boletín.

“Quiera el pueblo votar” había proclamado el presidente Sáenz Peña hace ya 100 años. Solo votaban los hombres (y no todos). Para los que menos tienen hoy o pelean la vida diaria es más bien clima de trámite, con cierta decepción. Muchos optaron por no ir. Mar del Plata continúa primera en desocupación como hace muchas décadas, con dificultades serias para elegir candidatos políticos en lugares muy alejados del domicilio, generando más que un sentimiento democrático, cierta bronca y dolor por algo que tendría que facilitar la vida dominguera.

El coraje político para que el transporte sea público y gratuito ese día no se postuló en esta elección. Apenas uno intentó. Y solos hacemos poquito.

Pareciera que no hay posibilidad de encuentro con su vecino, en su barrio, tampoco los días de elecciones. Uno podría pensar, pero están las sociedades de fomento. Poco también. La participación desciende hace muchos años.

La fragmentación es elocuente. El sentido comunitario cuesta encontrarlo, pero lo cierta es que está. A veces borroneado. Tomado por tonto o apático pero que cuando aparece demuestra ser más claro, operativo y sincero que cualquier dirigente político. La solidaridad está presente en miles de acciones que sostienen posibilidades de reparar, mejorar y cambiar lo que sea para que muchos/as compatriotas puedan vivir la vida lo mejor posible. Y uno y una también. Está latente. En cada esquina. En el último eslabón barrial. En el club deportivo, un comedor, vecinos autoconvocados, mujeres y hombres que saben que hay que volver a salir a las calles y que es una parte fundamental del crecimiento histórico de todos los pueblos del mundo. Que ahí nacieron los grandes sueños, proyectos, alegrías y destinos de millones de personas.

* * *

Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando a Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.

(*): pinceladasmdq@gmail.com

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